La fiesta litúrgica del Corpus Christi se destacó por su importancia, puesto que, de acuerdo con la Iglesia, era en sí misma la representación completa de Jesucristo en su absoluta divinidad. Cada Jueves de Corpus se realizaban, en España y en los reinos de América, grandes festejos en los que tomaban parte los sectores sociales y políticos. Al parecer, el primer festejo de este tipo en Nueva España fue el 21 de mayo de 1526; hay otra versión que afirma que fue el 24 de mayo de 1529. En esta celebración participaban de forma obligatoria todos los que tenían algún oficio manual; de lo contrario, eran multados con veinticinco pesos oro. En el marco de la festividad había aspectos sobresalientes como los bailes, los adornos, las comedias, la pirotecnia, los autos sacramentales. Pero lo más relevante era la procesión que tenía lugar ese día y se repetía íntegramente ocho días después, la infraoctava de Corpus.

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